Así, en el año 1600, comenzó la edificación en la Plaza Baja, una construcción que se prolongó casi un siglo y que se completó en 1699. Este lugar es conocido hoy como Plaza Baja de la Despedía, ya que cada Viernes Santo se celebra allí la tradicional "Despedía" entre las sagradas imágenes de Jesús Nazareno de las Torres y María Santísima de los Dolores Coronada.
Arquitectura y Arte
La iglesia presenta una planta rectangular con tres naves separadas por robustas columnas toscanas que sostienen arcos de medio punto adornados con molduras y pinturas de los apóstoles. Tres imágenes escultóricas destacan especialmente: el Santísimo Cristo Crucificado de los Estudiantes, obra de José Navas-Parejo; una Dolorosa anónima del siglo XVII, titulada María Santísima de los Dolores Coronada; y las imágenes de la Cofradía de María Santísima del Amor y San Juan Evangelista. Además, en la nave del Evangelio, se encuentra una impresionante figura de San Francisco de Asís en madera policromada.
Evolución y Restauración
Durante los siglos XVI y XVII, la iglesia sufrió importantes transformaciones. A mediados del siglo XIX, se añadió una verja de hierro (hoy desaparecida) que bordeaba la puerta principal. En ese tiempo, también se construyó en la plaza el Hospital de San Sebastián, que desapareció tras la desamortización.
La joya de la iglesia fue su magnífico retablo, una obra grandiosa y detallada de Francisco Martínez Primo, que ocupaba el frontal de la capilla mayor. Aunque el retablo original no ha sobrevivido, los cuatro frescos que representan a los evangelistas aún se conservan y fueron restaurados en 1859 por el pintor antequerano José María Batún.
Leyendas y Tradiciones
Álora no solo es rica en patrimonio arquitectónico, sino también en leyendas y tradiciones. Una de las más conocidas es la de Abidárraez Abencerraje, un relato que habla de nobleza y honor. Según la leyenda, Abidárraez, nacido en Granada y enamorado en Coín, fue hecho prisionero en Álora por Rodrigo de Narváez. Sin embargo, su nobleza impresionó tanto al alcaide que le concedió la libertad bajo la promesa de regresar, cosa que cumplió junto a su esposa. Admirado por su lealtad, Rodrigo solicitó y obtuvo el perdón del rey de Granada para Abidárraez