En el corazón del municipio, emerge majestuosa una edificación que trasciende siglos de historia: la iglesia, erigida en el siglo XIV y renovada con esplendor en el XVIII. Su presencia no solo testimonia el devenir del tiempo, sino que también marca una distinción geográfica y cultural dentro del propio pueblo.
Para los observadores perspicaces, esta venerable estructura es más que un simple templo; representa un hito que separa dos facetas del municipio. Hacia el norte, se extiende la antigua ciudad árabe, donde sus calles estrechas y sinuosas preservan la esencia de tiempos remotos. Mientras tanto, al sur, se despliega la parte más moderna, caracterizada por un trazado urbano rectilíneo y contemporáneo.
Al adentrarnos en la iglesia, nos sorprende su arquitectura gótica, que emana solemnidad y grandeza. Sus muros resguardan una riqueza artística palpable, especialmente en su capilla, donde una profusa decoración pictórica encanta a quienes la contemplan.
Pero este templo no es solo un remanso de historia y arte, también es un escenario vivo que resuena con melodías y armonías. Gracias a sus propiedades acústicas excepcionales, se convierte en el escenario ideal para una variedad de conciertos a lo largo del año. Desde piezas clásicas que transportan al público a otras eras, hasta corales que elevan el espíritu, e incluso sonidos celtas que evocan antiguas tradiciones, cada evento musical en este monumento es una experiencia inolvidable para quienes tienen el privilegio de presenciarlo.