En su interior, la iglesia está distribuida en tres naves, siendo la central cubierta por una bóveda de cañón con lunetos y fajones, apoyada sobre un entablamento con cornisa volada. Las pilastras dobladas, decoradas con placas de yeso en su fuste, se adosan a pilares cuadrangulares desde donde se levantan los arcos de medio punto que separan la nave central de las laterales, actualmente divididas en celdas.
El crucero está coronado por una cúpula sobre tambor con ventanas pareadas, mientras que el presbiterio rectangular está cubierto por una bóveda de cañón con lunetos. Este espacio alberga un camarín cuadrado con una bóveda de media naranja decorada con motivos pictóricos.
La fachada exterior se compone de tres secciones de mampostería divididas por pilastras de ladrillo. La portada, realizada en piedra, presenta un arco de medio punto con rosca moldurada y jambas decoradas con casetones. Motivos vegetales adornan la clave del arco, mientras que las enjutas están decoradas con motivos de punta de diamante. El arco está enmarcado por pilastras cajeadas con capiteles acanalados rematados por pirámides.
A la derecha de la fachada se eleva la torre octogonal de ladrillo revocado, simulando sillería de piedra.
Entre los bienes muebles más destacados, se encuentra un relicario de plata dorada con incrustaciones de piedras preciosas que contiene la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, datado en el siglo XVII. También sobresale una imagen de la Virgen Dolorosa bajo la advocación de la Soledad, del siglo XIX, y varios lienzos al óleo del siglo XVII, entre los que destaca uno representando escenas de la vida de San Pedro Nolasco, atribuido a fray Agustín Leonardo.