La Ermita del Rosario y San Sebastián, una capilla encantadora y de gran riqueza histórica, ofrece a los visitantes una visión única del pasado, rastreando sus orígenes hasta una época envuelta en misterio. Si bien se desconoce la fecha exacta de su construcción, se cree que data del periodo fernando o del segundo tercio del siglo XIV, poco después de la llegada de la Peste Negra a la zona. Esta conexión con San Sebastián, santo patrón venerado por su protección contra enfermedades y epidemias, sugiere que la capilla pudo haber sido construida como santuario para protegerse de los estragos de tales calamidades. Su ubicación, extramuros, refuerza aún más esta hipótesis, ya que muchas capillas similares se construyeron a menudo en zonas remotas o periféricas, especialmente en respuesta a crisis sanitarias.
La capilla sirvió como iglesia parroquial de la localidad hasta mediados del siglo XVII. Durante este tiempo, fue el centro de la vida religiosa de la comunidad local. Sin embargo, a medida que la actual iglesia parroquial fue sometida a renovaciones, el papel de la Ermita del Rosario y San Sebastián fue disminuyendo gradualmente. Para cuando se completaron estas reformas, la capilla, que también contaba con un cementerio adyacente, comenzó a ser abandonada en favor de la nueva iglesia, lo que refleja un cambio en las prioridades espirituales y arquitectónicas del pueblo.
Una de las características más llamativas de la Ermita del Rosario y San Sebastián es su fachada de estilo barroco. La entrada está enmarcada por un arco adintelado, sobre el cual un frontón roto alberga una hornacina. Esta hornacina está flanqueada por intrincadas volutas, y toda la estructura está coronada por una serie de pináculos. El pináculo central aporta una sensación de grandeza y equilibrio a la composición, mientras que la espadaña (campanario) en la cima completa el impresionante conjunto arquitectónico, atrayendo la mirada hacia arriba y ofreciendo una sensación de verticalidad y elegancia típica del diseño barroco.
A lo largo de su historia, la capilla ha sufrido numerosas transformaciones y ha cumplido diversos propósitos más allá de su función religiosa original. A principios del siglo XX, se reconvirtió en escuela, sirviendo a la comunidad local con fines educativos. Tras la Guerra Civil Española, la función del edificio cambió de nuevo, convirtiéndose esta vez en prisión. Posteriormente, en los años siguientes, la capilla se utilizó como almacén de cereales, demostrando su adaptabilidad y su perdurable presencia en la historia evolutiva del pueblo.
En 1973, la capilla se sometió a su última renovación exterior, dándole el aspecto que conserva hoy. Esta renovación marcó un punto de inflexión en la conservación del edificio, garantizando el reconocimiento y la protección de su valor histórico y arquitectónico para las generaciones futuras. Casi dos décadas después, en 1992, el interior de la capilla también fue restaurado, recuperando aún más su belleza original y asegurando su uso continuo como lugar de culto y reflexión.
En la actualidad, la Ermita del Rosario y San Sebastián comparte su patronazgo con Nuestra Señora del Rosario, patrona del pueblo. La imagen de Nuestra Señora del Rosario se encuentra ahora en la capilla, lo que añade un toque de devoción local y significado al lugar. La capilla sirve como punto focal para ceremonias y celebraciones religiosas, reuniendo a la comunidad para honrar a ambos santos y continuar las tradiciones del pasado.
La Ermita del Rosario y San Sebastián se erige como un símbolo de la resiliencia y adaptabilidad del pueblo a lo largo de siglos de cambio. Desde sus humildes comienzos como capilla protectora durante la peste hasta sus múltiples funciones en la educación, el encarcelamiento y el almacenamiento, el edificio refleja la diversa y cambiante historia de la comunidad local. Su conservación, tanto exterior como interior, garantiza que las generaciones futuras puedan seguir apreciando su belleza arquitectónica e importancia histórica.
En conclusión, la Ermita del Rosario y San Sebastián es una pieza destacada del patrimonio del pueblo. Su fachada barroca, su rica historia y su perdurable significado cultural la convierten en una visita obligada para cualquier persona interesada en el pasado del pueblo. Al seguir sirviendo como lugar de culto y de reunión comunitaria, la capilla sigue siendo un testimonio perdurable de la resiliencia y el espíritu de quienes han llamado a este lugar su hogar durante siglos.