Las primeras excavaciones en el área del Cerro de la Cruz se remontan al año 1867, cuando Luis Maraver y Alfaro realizó excavaciones en la necrópolis de los Collados, cerca del poblado ibérico. Estas excavaciones revelaron más de 250 tumbas de época ibérica, con ricos ajuares que incluían armas como falcatas, lanzas, puñales y puntas de flecha. La importancia de estos hallazgos se refleja en la denominación de algunas armas como "tipo Almedinilla", lo que demuestra la relevancia histórica del poblado del Cerro de la Cruz desde sus primeros descubrimientos.
Descripción del Yacimiento
El yacimiento arqueológico del Cerro de la Cruz abarca aproximadamente 50.000 metros cuadrados y se caracteriza por su disposición en terrazas escalonadas, directamente excavadas en la roca. Aunque en la superficie no se conservan restos de murallas o estructuras defensivas, las excavaciones arqueológicas han revelado un complejo sistema de construcciones que reflejan el urbanismo de la época.
Las distintas campañas de excavación, realizadas por destacados arqueólogos como Maraver, Paris, Engel, Navascués, Santa-Olalla y Vaquerizo, han permitido identificar diferentes tipos de estancias dentro del poblado. Estas estancias, que incluyen almacenes, talleres de artesanos, molinos de harina, aljibes y más, ofrecen una visión detallada de la vida cotidiana y las actividades económicas de los habitantes ibéricos.
Las construcciones del poblado están construidas sobre un zócalo de piedra y un alzado de ladrillos de adobe o tapial. En algunos casos, se conservan huellas de ventanas, puertas y agujeros de postes que indican la presencia de edificaciones de dos pisos. Este cuidadoso diseño arquitectónico muestra la habilidad y la sofisticación de los antiguos habitantes del Cerro de la Cruz.
Importancia Histórica y Cultural
El Poblado Ibérico del Cerro de la Cruz es un testimonio invaluable del pasado ibérico de la región. Además de su importancia arqueológica, este yacimiento es un símbolo de la rica herencia cultural de Almedinilla y sus alrededores. Su declaración como Bien de Interés Cultural subraya su valor como patrimonio histórico y su contribución al entendimiento de la historia de la civilización ibérica en Andalucía.
