La imponente fortaleza de Aracena se erigió en el siglo XIII, durante la época islámica, sobre una antigua edificación fortificada musulmana. Este castillo, situado en el corazón de la Sierra de Aracena, presenta un recinto amurallado dividido en dos sectores, defendidos por una robusta torre de homenaje. Esta estratégica ubicación no solo protegía a sus habitantes, sino que también facilitó el crecimiento urbano que vemos hoy en día.
Durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, Aracena experimentó un notable desarrollo, extendiéndose desde el Cerro del Castillo hasta el valle. Inicialmente, esta tierra era realenga, dependiente de Sevilla, pero en el siglo XVII, pasó a ser un señorío bajo la jurisdicción del Conde-duque de Olivares. Más tarde, fue gobernada por el Conde de Altamira, quien recibió el título de Príncipe de Aracena, consolidando aún más su importancia histórica.
La fortaleza de Aracena no solo es un monumento histórico, sino un reflejo de la rica herencia cultural de la región. Consta de una alcazaba equipada con la torre del alcaide, un aljibe y murallas flanqueadas por torres defensivas. Además, una línea de cercas protegía las viviendas medievales en su interior, creando un complejo defensivo formidable.
Esta fortaleza medieval es también un punto crucial en la historia de la expansión urbana de Aracena. Su visita ofrece una oportunidad única para explorar los cimientos históricos de la región y disfrutar de vistas panorámicas del paisaje serrano que rodea a esta joya arquitectónica.