La historia del Palacio de la Merced se remonta a épocas antiguas, donde sus cimientos y estructuras han sido testigos mudos de diferentes periodos y eventos que han marcado la ciudad y sus habitantes. Durante las excavaciones realizadas en los años 1973-1974, se descubrieron restos de una construcción de sillares romanos, sugiriendo la posibilidad de que este lugar tuviera orígenes aún más remotos, incluso de época paleocristiana.
El convento de la Merced, fundado entre los años 1245 y 1262, está tradicionalmente ligado a la figura de San Pedro Nolasco, a quien el rey Fernando III de Castilla donó la basílica de Santa Eulalia después de la conquista de la ciudad. A lo largo de los siglos, el convento experimentó diversas transformaciones y ampliaciones, destacando su reforma barroca en el siglo XVIII, que le otorgó la estructura y el diseño que conocemos en la actualidad.
La construcción del edificio actual se llevó a cabo entre 1716 y 1760, bajo el patrocinio de prominentes figuras religiosas de la época. Se desconocen los nombres de los maestros que participaron en esta empresa, pero se presume la colaboración de destacados arquitectos y artistas de la época. La reforma incluyó la construcción de la iglesia, el claustro principal, la escalera y otras dependencias, así como la renovación de la fachada exterior, que dotó al conjunto de una mayor armonía y cohesión arquitectónica.
A lo largo de su historia, el Palacio de la Merced ha sido testigo de eventos significativos, como el incendio ocurrido en la madrugada del 29 de enero de 1978, que devastó la iglesia y causó la pérdida del retablo mayor y otros enseres de gran valor histórico y artístico. La restauración posterior, que se extendió durante más de treinta y seis años, devolvió al edificio su esplendor original, permitiendo su inauguración en diciembre de 2014.
Además de su importancia arquitectónica e histórica, el Palacio de la Merced alberga una valiosa colección de obras artísticas de diversas épocas. Desde piezas de la antigüedad hasta creaciones contemporáneas, este espacio cultural ofrece una mirada única al arte y la historia de la región. Entre las obras más destacadas se encuentran los cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, realizados por José Ignacio de Cobo y Guzmán en el siglo XVIII, así como obras pictóricas y escultóricas de reconocidos artistas locales y nacionales.