Su construcción responde a la necesidad de resguardar el territorio de los ataques musulmanes, que desde su desembarco en Tarifa en 1267, asolaban la región con incursiones y saqueos. Se atribuye la promoción de esta fortificación al Doctor Luis Sánchez, quien, a cargo de la seguridad en este camino, habría impulsado la construcción de la Torre de la Cabrilla y otras estructuras defensivas en un sistema que incluía castillos y torres como la del Guadalmellato y el castillo de Almodóvar.
Una curiosa mención histórica, fechada el 17 de marzo de 1414, revela que la torre ya estaba parcialmente construida o en vías de finalizarse. En este documento, el Concejo de Sevilla ordena una donación de 1,000 maravedíes para un ermitaño llamado Juan de Buenavista, quien se encargaba de continuar la obra de la torre en las “Guadacabrillas”. Esta contribución no sólo tenía un valor espiritual para la comunidad sino también práctico, ya que buscaba reducir la inseguridad de los caminos, afectados en aquella época por el bandolerismo y los robos.
Descripción arquitectónica
La Torre de la Cabrilla presenta una planta casi cuadrada, de aproximadamente 6,70 x 7,32 metros, con su lado mayor orientado al sur, donde se encuentra la entrada principal. Esta puerta, protegida por un arco de piedra tallado con dovelas, da paso a un interior distribuido en dos plantas y una azotea. La estructura de la torre combina mampostería en sus muros con losas de piedra en intervalos, y en las esquinas utiliza sillares colocados con precisión para mayor solidez. Además, sus fachadas lucen grabados en forma de cruces, un detalle que añade un simbolismo religioso y cultural a la construcción.
Al ingresar a la torre, una puerta de arco carpanel, cuidadosamente diseñada con resaltes en el pasillo y anclajes para asegurar su cierre, ofrece un claro ejemplo del ingenio arquitectónico de la época en la defensa de los accesos. Los robustos muros de esta torre no solo tenían un fin defensivo, sino que ofrecían un lugar seguro desde el cual los vigías podían observar las vastas tierras circundantes y, en caso de amenaza, alertar a las aldeas y fortalezas vecina